Cuando la ayuda no es cooperación
cooperación

Luis Krauel, L’Empordà
Estos son los significados de cooperar según la RAE
1. intr. Obrar juntamente con otro u otros para la consecución de un fin común. Varios países cooperan para erradicar el narcotráfico.
2. intr. Obrar favorablemente a los intereses o propósitos de alguien. Cooperaron con el enemigo. Si cooperas te dejaremos en libertad.
Cuando decidimos hacer algo para ayudar a alguien estamos cooperando según el segundo significado de la palabra. Este tipo de cooperación puede ser una acción muy positiva, siempre y cuando el ayudado haya comunicado lo que necesita y el que ayuda lo haya entendido. De lo contrario en lugar de cooperación se trata de imposición. Me pregunto cómo fue el proceso cuando el hombre blanco llevo su medicina a África.
Si decidimos cooperar según el primer significado, nos aseguraremos de que toda acción es reconocida y aceptada por todos los actores. Reducimos el riesgo de romper el siempre frágil equilibrio en el que todos vivimos.
Sentirse carente en medio de la abundancia
En abril del 2018, volvía de un viaje a Senegal de dos semanas que me parecieron seis meses.
Me fui a un pueblo de la Casamance movida por dos motores. Uno, el ahondar un poco más en el conocimiento que allí hay sobre los temas de gestación y parto. Otro, las ganas del reencuentro con aquel murmullo que dos años atrás había encontrado también en África. El latido. Y ahí estaba, no podía ser de otra forma. Y estaba, naturalmente, junto a tantas otras cosas.
Una de esas cosas me ha oprimido, me molesta y creo que no va a dejar de molestarme. De hecho me gustaría que nos molestara a muchos, así que hablaré de ello.
Me encontré con un medio rico en recursos. Recursos humanos y naturales abundantes, fértiles y fuertes.
Pero en este medio y circunstancias también existe la sensación de carencia. A día de hoy este es el triste punto de contacto que he detectado entre esa cultura y la nuestra. Este ha sido uno de nuestros regalos: hacer creer que el único recurso que nos salva es el dinero y aprender a sufrir por ello.
Lo que queda por reparar
Los hombres blancos llegaron con su medicina y los hombres negros perdieron la confianza en la suya. Las plantas medicinales que allí existen y el conocimiento que los ancianos tienen de ellas resuelven la mayoría de sus problemas de salud sin generarles otros. Y además, resulta que pueden acceder a estos remedios sin que suponga un gran coste para ellos.
Pero no, ya no creen en ello y el conocimiento se está olvidando. Ahora quieren la carísima e inaccesible medicina de los blancos. Nosotros, los que vivimos en el lugar del mundo en el que la medicina es un negocio, no contentos con haber creado esta necesidad sin sentido damos un paso más. Seguimos reforzando la idea de que somos nosotros los que tenemos los recursos y no ellos. Y trabajamos y nos organizamos para darles el dinero que les falta. Naturalmente, ese dinero que les falta es para comprar medicinas a nuestra industria farmacéutica.
Solo se me ocurre una palabra: perverso.
No necesitan nuestra ayuda más que nosotros la suya, necesitan que les digamos la verdad: que nosotros no tenemos la solución.
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Por aquella mala costumbre que tenemos de entender África como un todo homogéneo, aclaro que esto que aquí escribo es completamente distinto a lo que viví en Kokologhó, un pueblo de Burkina Faso. Allí todavía encontré un profundo vínculo con su sabiduría tradicional y, a pesar de la escasez de recursos que allí había, no estaba presente la sensación de carencia en el carácter. Allí, apenas llegan los hombres de este, nuestro, lugar del planeta. Como también me cuentan que es distinto a apenas unos kilómetros hacia el interior de la misma zona que visité. Aun así, no puedo borrar esta experiencia, el proceso del olvido existe y nos afecta a todos.
Tere Puig